Bitacora Bizarra: Diario de Viaje por el Planeta Tierra

<p class=\"MsoNormal\" style=\"margin-bottom:0cm;text-align:justify;line-height:
normal\">Memo no tiene la mirada beatífica de los bonachones que meditan. No habla
en susurros. Sus gestos no son sutiles. Le entra a un asado sin culpa y que la
vaca en paz y en panza descansen. Tiene la risa de un loco y sus ojos lanzan
chispas mientras habla. La vida no le resulta ecuánime. Hay cosas que le gustan
y cosas que no. Las que le gustan, le gustan mucho. Las que no, no les gustan
para nada. No me lo imaginaría jamás en esta vida, sentenciando «todo es
perfecto», sino más bien riéndose —con ironía y sarcasmo— de las
imperfecciones. Acuariano hasta la masmedula, el humor lo atraviesa como un
rayo y va a preferir durante diez vidas seguidas un recital de rock pesado a un
concierto de mantras y de chelos. Memo es así. Nada más lejano a un sabio de
montaña que este pibe. Y, sin embargo, poca gente conozco más «conectada» que
él. ¿Conectada a qué? No sé. No me voy a poner en mística. Pero ponle que a la
fuente, al universo, le bajamos un cambio y la hacemos más sencilla: a la vida.
A Memo se lo quiere y se lo odia. Provoca admiraciones y envidias. Memo tiene
la vida que quiere, la vida que se eligió a conciencia y a medida. Y eso no
siempre se perdona tan alegremente. Memo 100<span style=\"font-family:
"Arial",sans-serif;mso-fareast-font-family:"Times New Roman";mso-font-kerning:
0pt;mso-ligatures:none;mso-fareast-language:ES\"> % humano, terrestre y bizarro,
viene a recordarnos que la verdadera espiritualidad está acá nomás, a la vuelta
de la esquina, y que no hace falta usar túnica ni andar diciendo «om» para
alcanzarla.</o:p>