Cuentos desde la orilla recoge una serie de narraciones que fueron naciendo a lo largo de casi veinte años en diferentes lugares y con diferentes estilos. Algunos fueron premiados en modestos concursos literarios de diferentes localidades castellanoleonesas, y otros, curada afortunadamente ya en el autor la fiebre de los premios, no recibirán más premio que el que van a tener ahora cuando tú, amigo lector, tengas la gentileza de leerlos. No esperes grandes alardes literarios; no esperes deslumbrantes y novedosas técnicas narrativas ni «modernidades», porque estos cuentos están contados como se contaban las historias en los poyos de las puertas de los pueblos castellanos, con la sencillez de las viejas historias que los pastores se contaban en torno a la hoguera y con la paz hogareña de las lumbres bilbaínas y las zapatillas de cuadros. Sería bueno que los leyeras al frescor de la noche de verano, con un horizonte de chicharras sonando en la eras y el ladrido lejano de un perro en alguna alquería lejana de esas que guardan el vino clarete en sus bodegas maternales y frescas. También sería conveniente que te acompañaran en su lectura el manso correr del agua de una acequia y la música del viento en las ramas de los chopos. Sé que es mucho pedir, pero hay que intentarlo.
ISBN/13:
Num. Páginas:
Tamaño:
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Año:
Editorial:
Idioma:
Temática:
9788413504865
226
150x210
Tapa blanda con solapas
2020-08-27 23:38:13
Grupo Editorial Círculo Rojo SL
Español
Cuentos (FYB)
El autor ha nacido en Madrid y ha estudiado Filología Clásica en la Universidad Complutense. Ejerce de profesor de su especialidad en el Instituto Vega del Prado de Valladolid y le gusta escribir historias y poemas en sus ratos libres. También lee, saca fotografías, escucha música y, de vez en cuando, se regala el paladar con un vasito de vino embocado que le manda un amigo desde Castuera en Badajoz, la tierra del turrón, del queso azurón y del arrope de calabaza que huele a Navidad con castañas. Lo demás, si está casado, si tiene hijos, si veranea en Comillas o en Aveiro, considera que no vendría al caso contarlo en este pequeño esbozo biográfico y dice, como aquel estudiante salmantino en su latín macarrónico: Qui sapere vellit, ad Salmaticam eat, es decir, que el que quiera saber que vaya a Salamanca, porque algo de lo particular hay que guardarse en este mundo que hace mercado con lo que debería de quedar de puertas para adentro.