El desorden de mis tardes no es una colección de relatos: es un mapa de lo vivido, de lo perdido y de lo que aún duele.
Por estas páginas pasan trenes que no esperan, mujeres de paso, ciudades que siguen latiendo en la memoria y un niño que aprendió demasiado pronto a quedarse en silencio.
Con una prosa que mezcla lirismo y calle, humor negro y ternura vencida, Juan Carlos Ruiz escribe como quien deja una nota en la barra del bar antes de marcharse: sin promesas, pero con verdad.
Cada sección abre una puerta distinta: la melancolía luminosa en Contratiempos sentimentales, la pausa serena de El sol calmado de los atardeceres y los homenajes de los que se fueron en silencio en Como un portazo de seda.
Este libro no busca redención. Busca quedarse. Como esas tardes que parecían no importar… y luego se te quedan dentro para siempre.
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