El hilo argumental gira en torno a Ginés, un ser accidental y accidentado. Fruto forzado de un feriante, que lo mismo que acertó hubiera podido no hacerlo. Y del acierto, llegando a las entrañas de Manuela, nació Ginés, de alma sensible pero cuerpo incompleto; cuerpo que lo condicionó toda su vida. No fue aceptado como niño normal en ninguna parte: sus posibles amigos pasaban o se reían de él, dejándolo en la mayor soledad imaginable. Varios adultos, principalmente el párroco, lo consideraron un fruto del pecado y como tal tenía que pagar la penitencia: prohibido integrarse con los demás, ni en la escuela, ni en la iglesia ni en la plaza. Como fruto del pecado, era rechazado. Y cuando la madre luchó para integrarlo, se desató la ira del párroco que terminó encerrándolo en un sanatorio psiquiátrico. Allí tuvo que soportar todas las vejaciones imaginables: sin ser loco, pasó por ello; pasó por maniático, por depresivo, esquizofrénico… pasó por pervertido, sin serlo; mas suscitó el apetito carnal y fue víctima y objeto de deseo para varios adultos. Ginés fue al final un ejemplo claro del determinismo que condiciona caprichosamente: ¿quién elige las víctimas? ¿Quién elige el cómo, el dónde y el cuándo?
ISBN/13:
Num. Páginas:
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Año:
Editorial:
Idioma:
Temática:
9788491127727
380
152x228
Tapa blanda con solapas
2018-03-05 14:42:24
Caligrama
Español
Ficción y temas afines (F)
Miguel Ángel Plaza García nació el año 1946, en Miño de Medinaceli, Soria, cuando los campos en primavera eran retos de perfumes y colores y los veranos picor a cereal, masa de cebada y trigo. Había una escuela en la que aprendí todos nuestros montes, ríos, mares, cabos y puertos; toda la enciclopedia Álvarez. Quise continuar estudios, por lo que ingresé en un colegio religioso, en el que cursé Bachillerato elemental y superior.
Durante unos años tuve contacto directo, en un centro psiquiátrico, con enfermos de variadas patologías mentales, pero mi enfoque cervantino me dirigió a la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, donde cursé la Licenciatura en “Filología Románica”.
Luego, para compensarlo con mi afición por la filosofía y la psicología, me licencié en psicología y pedagogía en la Universidad Pontificia de Salamanca. Con esa finalidad tomé como la primera meta y el primer logro, opositar en busca de una plaza de agregado o de catedrático. Fue como entré en el ámbito de la docencia, primero en Ubrique, Cádiz, y luego en Béjar, Salamanca y, finalmente, en Requena, Valencia, a partir de 1982 y hasta mi jubilación.
He disfrutado como docente y a la enseñanza he dedicado gran parte de mi vida. Y muchas horas de forma altruista, fomentando la poesía, el teatro, etc.
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