A veces, las nubes dibujan tu rostro, y puedo sentirte en el viento que pasa a mi lado silbando tu nombre, otras veces, te adivino desnuda en las constelaciones, y la luna, como un viejo faro, en la oceánica noche me guía rumbo a tus recuerdos... Entonces, un brusco silencio agudo y ensordecedor, se apodera del tiempo, ya nada transcurre, todo se detiene, como si mis horas hubieran llegado a un umbral de sucesos, más allá, no hay nada, más allá, está todo, lo cierto, lo incierto, todo lo imposible, todo lo posible, y estamos tu y yo, como una ecuación de un tiempo sin tiempo, vacío, absoluto, infinito, eterno...
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