Los traumas de la infancia perduran en la memoria emocional que el adulto conserva de aquellos días. Siempre estamos a tiempo de elaborar una versión distinta del pasado y obtener una interpretación diferente. Nunca es tarde para volver a ser uno mismo, recobrar la espontaneidad y la creatividad que las creencias, los estereotipos, las normas y las circunstancias nos arrebataron. Para ello es preciso revisar el pasado, recordar y revivir aquellos acontecimientos, creando escenas y episodios que no existieron entonces o no fueron como nos hubiera gustado.
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