La encontraron al amanecer, sola en la arena, con una expresión extrañamente serena. Como si, justo antes de morir, hubiera sabido algo que el resto del mundo aún ignora.
La inspectora Liliana Alonso no está para cuentos. Ni para silencios. Cuando le asignan un caso más —una muerte que otros dan por cerrada con rapidez y desdén—, su intuición le dice que no todo encaja. Nadie quiere remover el asunto: ni sus superiores, ni sus compañeros, ni el entorno donde apareció la joven muerta. Pero Lili es tozuda, y ha aprendido a sobrevivir en un sistema que siempre la ha querido dócil. Esta vez, no piensa rendirse.
Entre entrenamientos en el bosque, cafés fríos en comisaría y noches en vela con su sobrino Asperger y un compañero incontrolable pero leal, investigando en las complejas sociedades de Marbella y San Pedro Alcántara, irá tirando del hilo hasta llegar al corazón de una red que combina lujo, impunidad y violencia con una sonrisa falsa de princesa.
Una novela negra afilada, con ritmo de thriller y fondo de crítica social. Una historia que golpea, sacude y deja huella. Porque a veces, para hacer justicia, hace falta dejar de pedir permiso.
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