Al llegar al planeta, nuestras enseñanzas parten del amor que lo transforma todo y que descansa en nuestro maestro interior: la intuición. Dicho amor se proyecta hacia todos y hacia el planeta mismo, siempre palpitante de consciencia. Cuando nos desviamos al odio, la ira o la guerra, rompemos la unión y creamos un problema global e interno. Ciertas religiones albergan dogmas erróneos, como la idea de un Dios que castiga, algo incompatible con el amor supremo. Se insta a renunciar a esos conceptos y a prestar oído a la voz interior, que siempre guía en el amor y la verdad.
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