Madrid (y España) en los años sesenta del siglo XX:tardofranquismo, desarrollismo, familias numerosas, lento despegueeconómico amasado con los agrios sudores de millones de españoles(incluidos madrileños), pluriempleados para poder subsistir y sacaradelante a sus hijos e hijas, que ya empezaban a acudir en masa ainstitutos, primero, y luego a las universidades.Una afanosa colmena de anónimos trabajadores (y sus abnegadascontrapartidas, las amas de casa), que pugnan por mejorar suscondiciones de vida en una sociedad, todavía tributaria de los vencedoresde la guerra civil.En esa colmena, un joven, sorprendido en “zona roja” por ellevantamiento de 1936, sin estudios y depurado al fin de la contienda,forma una familia (esposa, un hijo y tres hijas) y se ve inmerso en eltorbellino del pluriempleo. Y en esa familia, la benjamina, la hija menor,va descubriéndonos a través de su mirada de niña excepcionalmenteobservadora y sensible, y con el humor y la ternura de su reflexión demujer adulta, los laberintos laborales de un padre, ordenanza en elMinisterio de Hacienda por las mañanas, tesorero de una mutualidad desubalternos en horario vespertino, escrutador de quinielas las tardes ynoches de domingos y lunes, y acomodador en los diversos eventos delPalacio de los Deportes de Madrid durante las fiestas de Navidad,campañas de verano y los viernes del boxeo.La hija del escrutador: una evocación sentida (y “basada en hechosreales”) de la vida cotidiana en el Madrid de los años sesenta y setenta;un homenaje a los padres pluriempleados, que abonaron los surcos de laprosperidad económica; una visión cándida y llena de humor sobre lasgeneraciones que nos han precedido; una lección de historiacontemporánea contada con el desparpajo de la narración gráfica.
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