Tenía los ojos abiertos, soñando sueños imposibles de alcanzar; mis pies estaban a un palmo del suelo, aquel palmo era la distancia entre mi vida y mi muerte.Mi corazón aún latía y en mi boca había un sabor amargo, a sangre derramada, a poesía, dolor, llanto y pena.Era preso de mi amor desbocado, de mis sentimientos acallados por amores contrariados.Mis pies, a un palmo del suelo, y mis ojos abiertos, decían todo lo que no tuve valor de decir jamás.Yo me estaba muriendo y el mundo giraba indiferente a mi muerte. Tal vez pase por esta vida sin dejar mancha alguna, pero tampoco dejando huella; el nudo me ahorcaba y me mataba lentamente, pero lo que más dolía era mi alma errante, porque ella sabía que estaba condenada a vagar sin rumbo.Mis ojos estaban abiertos, llorosos, melancólicos, y un sueño profundo me invadió de repente. Ahí fui consciente de que por fin podría dormir para siempre, pero no podría descansar jamás.
Aún no hay valoraciones. ¡Sé el primero en valorar este libro!