"Todos tenemos un lado oscuro y muy pocas veces —o nunca— sale a la luz. Pero no se crean que escribí estos cuentos sumido en un estado depresivo o torturado por sentimientos suicidas, no. Lejos de eso, siempre me siento a escribir en un estado de paz y despreocupación, en un estado que no tiene nada que ver con el perfil de los personajes. Esa, creo yo, es la función de todo escritor: despojarse de prejuicios, tomar distancia de la vida real, cotidiana y sumirse en mundos extraños, y con personajes desagradables como los que habitan este libro."
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