Después de leer el manuscrito, D. Carlos, mi profe de Lengua y Literatura del Cole, me animó a su publicación y me regaló unas líneas que se tatuaron para siempre en mi sonrisa. Es aquí donde se la quiero devolver y reconocer que parte de la culpa de todo esto es suya. De hecho, ha habido un buen número de casos en los que he leído el mismo poema varias veces, porque así, “sientes” sin necesidad de “comprender”. La poesía está hecha para eso, “para hacer que los demás sientan lo que el poeta quiere decir”. Es muy fácil escribir cosas, pintar letras y palabras bonitas en un papel; lo difícil es quien las lea “sienta” lo mismo que el poeta sentía al escribirlas. Si al lector se le cae una lágrima al leer una estrofa, justo en el mismo verso en la que se le cayó al poeta cuando la escribía, ambos habrían llegado al mismo centro del Universo
ISBN/13:
Num. Páginas:
Tamaño:
Encuadernación:
Año:
Editorial:
Idioma:
Temática:
9788418028540
124
140x210
Tapa blanda con solapas
2020-02-26 11:45:20
Autografía
Español
Poesía (DC)
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Si difícil es resumir un poemario, imagínense a uno mismo y
sin enfadar al espejo. Nací en 1971 en Madríz, aprendiendo a
volar sin el viento y las palabras necesarias; y así sin querer,
crecí a mitad de camino entre la vida y la locura. Quemando
calendarios y luchando contra un mundo que se le olvida
sonreír. Nunca me había detenido a escuchar a una hoja en
blanco como hasta ahora, andaba despistado y no sabía
cómo rimar los recuerdos con la memoria.
Fui creciendo, desordenando años, mentiras y alguna que
otra verdad, en cada respuesta que no sabía la vida.
Soñando con dormir la realidad, pasé una adolescencia sin
vacunarme contra sus secretos, robando palabras al
diccionario y cuando mis gafas de ver el mundo se hacían
muy pequeñas jugaba al escondite.
Ese niño tímido se hizo mayor y llegó a la Universidad, allí el
destino y la Arqueología se conocieron y durante mucho
tiempo se hicieron amigos. Lo que el destino unió, el tiempo
y sus heridas, los separó. Pero salí ileso y más fuerte para
abrazar cada golpe, aquel silencio rebuscó en mi cabeza y
encontró algunos de estos poemas.
Pero la puerta de mi corazón estaba abierta, cuando me
enamoré de la sonrisa que ilumina cada una de estas líneas.
Cada vez que abro la cortina de su mirada, allí está ella,
como una estrella polar para encontrar la palabra exacta,
cuando mi pena no me deja caminar sólo. Después de 48
vueltas al sol, me casé cuando la cordura no me dejaba escribir y la locura desnudaba el café de cada día.
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