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UN LIBRO PARA HOJEAR Y, EN SU CASO, LEER SIN PRISA
Sin prisa y en cualquier sitio, incluso en ese sitio innombrable. Abriendo por cualquier hoja puede encontrar 200 palabras que le hagan sonreír o cabrear, o pensar, o simplemen-te entretener. El amigo autor, amigo de las tertulias entre amigos, encuentra y comparte motivos para que el lector pueda montarse una tertulia consigo mismo. Una tertulia silen-ciosa escrita para que la continúe con sus opiniones, si le apetece. Dos minutos para leer el parrafito y otros dos para criticarlo, asumirlo o no, que da mucho gusto disentir, y hasta a veces coincidir.
Tanto como las cosas que se dicen, el lector puede fijarse en la forma en que se cuentan. Los hechos son los hechos, pero la interpretación nunca está hecha del todo. Aparte de que hay una parte literaria que debería hacer que estas «píldoras» se tragasen suavemente, sin sobresalto. En ocasiones, se abordan asuntos en los que la prudencia obligaría a callar por no conocerlos bien, pero de la improvisación surge la naturalidad, y desde luego anima al debate y a la deliberación… En resumen, a lo que se entiende como «valores de las tertu-lias». Ortega decía: «Es un no saber algo que hace falta saber».
En estos «textículos» (textos pequeños) se pretende huir de la frivolidad, aunque casi siem-pre se terminen los comentarios con alguna ironía, frase chistosa o coda insustancial que parece que rebaja la autoridad de lo dicho antes. Los finales para algunos estropean el escri-to, para otros son la guinda. Azorín hablaba de la clásica frivolidad española, que consiste en hablar sin estar enterado de un asunto. Pues eso.
Se acude a frases o pensamientos que rozan el sentimiento erudito, pero la erudición desde que internet existe tiene mucho menos valor. Cree el autor que la erudición surge al añadir a los escasos saberes propios los abundantes que nos proporciona la letra impresa o digital. Puede ser cierto, copiar de uno es plagio, copiar de muchos, erudición. Estas reflexiones y comentarios tienen el encanto de lo que carece de propósito. No hay ningún objetivo con-creto en lo escrito. Sí que se nota el interés por el mundo rural y la alabanza de su gente, al mismo tiempo que el respeto cargado de desconfianza hacia el mundo de la política.
Dice el autor que es un vaciado de su alma con toda sinceridad. Y también dice que cree que dice Plinio: «En las bibliotecas hablan las almas inmortales de los muertos». Como con toda seguridad un día seré un muerto más, me alegro de anticipar ya, y ojalá sea por mucho tiempo, cómo habla mi alma. Y pido perdón, claro. Pero se lo pasarán bien, en cualquier lugar y en cualquier momento, al hojear y, en su caso, leer sin prisa este libro.
Me pide mi amigo Miguel que le comprima su curriculum para un nuevo libro. Hombre de números que gusta de las letras. Hombre de pueblo que goza del encuentro humano y la amistad. Va cumplir 80 años pero ha vivido 100. Poliédrico. Hubiera sido ilustrado en el XVIII, romántico en el XIX, tecnócrata en el XX…hoy es de todo un poco, pero poco, como él mismo dice. Le respeto y obedezco y por eso resumo sus vivencias.
Miguel Caballú Albiac, nacido en Caspe, 1941. Casado con Carmen Hernando Rica, tiene cuatro hijos y cinco nietos. Auditor, censor jurado de cuentas, API, técnico de empresas turísticas, escritor y periodista, funcionario durante cuarenta años, técnico de administración en Ayuntamiento de Caspe y Diputación Provincial de Zaragoza.
Además, ha sido empresario, consejero secretario del Consejo de Administración de Caja Inmaculada CAI, secretario general, hoy vicepresidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis 1996-2008. Presidente de Honor del SIPA (Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón). Vicepresidente de la Academia Aragonesa de Gastronomía. Presidente de Honor Centro Estudios Bajo Aragón (Institución Fernando el Católico). Colaborador de Heraldo de Aragón, Comarca Bajo Aragón, Agencia EFE, RNE y RTVE. Director de la Revista Aragón, turístico y monumental. Charlista. Premio BUHO de la Asociación de Amigos del Libro Biblioteca de Aragón. Placa al Mérito Turístico de Aragón del Gobierno de Aragón como escritor de turismo. Medalla al Mérito Turístico de la Diputación General de Aragón.
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