La isla de los manatíes

El alcaide de los negros sevillanos del gueto extramuros de San Roque, Domingo Congo, se embarca en la flota indiana rumbo a La Habana, adonde lo lleva el encargo de su socia comercial y amante clandestina, Isabel Henríquez de Mendoza, para buscar una venta rápida y ventajosa a sus tierras tabaqueras —que Felipe IV va a declarar de realengo—. A bordo de la nave de la corporación, la Reina de Cuba, vivirá su primer contacto con el mar, los marineros y los piratas que, en algún punto del actual Triángulo de las Bermudas, por culpa de una tormenta, desconectan a la Reina de Cuba de la flota. El barco se volatiliza sin dejar rastro y Domingo Congo aparecerá en un islote pirata esclavizado. El hombre que salió de Sevilla rico, confiado y poderoso gracias a su acuerdo comercial con la aristócrata sevillana, vuelve a vivir los rigores más extremos de la esclavitud, sin esperanza alguna de ser rescatado de aquella isla de piratas y bucaneros.

Domingo Congo, inopinadamente, encuentra en aquel penal antillano la amistad de un indio taíno, Bayacán, al que le unirán lazos de solidaridad étnica, que le darán un giro absoluto a su condición de esclavo. Logrará escapar y llegar hasta La Habana para obsesionarse con la búsqueda del barco, la venta de las tierras tabaqueras y descubrir una trama del espionaje inglés que aspiraba a quedarse con la isla de Cuba. En la isla bonita también se le revelará que todos los peores vicios y corruptelas de la vieja España florecen con furor tropical en la isla, alcanzando a gobernadores militares, clérigos y comerciantes. Todo está carcomido por la corrupción, la ventaja y la trampa. Pero es a su regreso a Sevilla, en la recobrada Reina de Cuba, donde Domingo Congo comprenderá que solo hay una verdad que mueve al mundo: la mentira.