Al tiempo, convengamos que si bien la mirada del artista
propicia el nacimiento, es la mirada del observador
quien dota de contenido (o contenidos) después a la
obra. Quepan, pues, las dos consideraciones.
*
El libro en sí, considero, no es sino una invitación a la
comunicación –sea del tipo que fuere– como vehículo
de socialización, como vínculo de futuro.
*
Y los sentidos se alimentan de belleza; de un bondadoso
silencio significativo, tal vez.****
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