En el periodo que se analiza en este trabajo, es muy importante considerar la llegada a Sevilla en 1883 como arzobispo de fray Ceferino González y Díaz-Tuñón, quizás el más tomista español de aquellos momentos y al que lo animaba un espíritu relativamente tolerante y abierto para un pueblo como el español de la época.
Dentro del trabajo desarrollado en su mandato, hizo reformas, creó nuevos departamentos y muy importante fue su labor en la fundación y fomento de numerosos institutos religiosos: Escolapios, Hermanas del Servicio Doméstico, Hijos de Cristo Rey, Capuchinos y Franciscanos, Hermanitas de los Pobres, Compañía de María, Congregación de Nuestra Señora de Loreto “irlandesas”, Hermanas de la Enseñanza, los catecismos dominicales, y un largo etc.
En este mandato de fray Ceferino parece que se vivieron nuevas esperanzas para la iglesia sevillana, volviéndose a una normalidad en sus manifestaciones populares de culto externo y organizándose en momentos de penuria muchas procesiones de rogativas.
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