Polvo de caminos y de estrellas transita por lo cotidiano que se hace trascendente y por lo trascendente que hacemos cotidiano.
Los versos nos elevan, nos descubren y nos hacen caer en mil realidades y otras tantas miradas; nos invitan a echar cuentas y a volver a empezar la ecuación cuántica de la vida: una ecuación poética de la existencia que cada lector resolverá al sumergirse en estos poemas.
Es la melancolía y la tristeza hechas belleza; es la alegría escrita con la misma naturalidad, sencillez y verdad con la que el poemario se entrega al lector.
El polvo del camino también es la conversación que mantenemos a solas con nuestras estrellas: es arena que se pierde entre los dedos y que, a veces, aprieta en los zapatos.
El verso es tiempo, espacio, materia distinta. Es intuición, conciencia y vivencia; observación en nuestros desiertos llenos de… polvo.
…Al trotamundos
se le pega el polvo del camino y del cosmos,
estrellas y piedras.
En fin, no me hagáis caso.
Soy un crío que tiene piernas largas.
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