Samuel Taylor Coleridge nació en Ottery St. Mary, Inglaterra (1772). Poeta, crítico, filósofo, fue impulsor del romanticismo literario anglosajón, que, entre otras características, sublima el esplendor de la naturaleza sobre lo industrializado.
Con nueve años, tras el fallecimiento de su padre, ingresó en la Christ’s Hospital School, una institución benéfica londinense donde, a partir de una escrupulosa educación en letras, comenzó escribir sus primeros versos.
Cursó estudios superiores en el prestigioso Jesus College de la Universidad de Cambridge. De carácter sumamente inquieto e imaginativo (obtuvo una medalla de oro por una oda sobre la trata de esclavos), allí fue forjando un férreo y controvertido pensamiento radical, cercano al unitarismo (corriente teológica vinculada al cristianismo protestante), que, unido a problemas financieros, propiciaron que cambiara lo académico por lo militar durante un tiempo.
De su amistad con Robert Southey, ambos muy influenciados por Platón, surgió la idea de desarrollar la llamada pantisocracia, una especie de sociedad utópica, a modo de comuna, con un gobierno igualitario y libertad de creencias religiosas y políticas para todos sus ciudadanos. Realizaron un infructuoso intento de llevarla a cabo junto con diez familias en Pensilvania, Estados Unidos, a orillas del río Susquehanna.
A su regreso a Inglaterra, Coleridge se casó con la escritora y traductora Sara Fricker por compromiso social. El triste distanciamiento entre ambos fue siempre muy manifiesto. Sin embargo, pronto conocería a una figura clave en su desarrollo personal y literario: el también poeta William Wordsworth; una influencia intelectual por quien, definitivamente, decantó todos sus esfuerzos hacia la escritura. Así, naturalizó su voz y experimentó contra las formas tradicionales del verso. En esa etapa publicó su primer volumen de poesía, «Poemas sobre diversos temas», lanzó la revista literaria «The Watchman» y, junto a Wordsworth, dio forma al poemario «Baladas líricas», exponente de la escuela romántica poética, que incluye su famoso texto «Balada del viejo Marinero», febrilmente armónico, misterioso, cargado de hermético simbolismo, dotado de una especial perversa belleza. Otros textos famosos de similar naturaleza estética fueron «Christabel» y «Kubla Khan».
Viajó por Alemania aprendiendo el idioma, estudiando la filosofía de Kan, Böhme y Lessing, introduciéndose en el arte de la traducción. Pero su salud física y mental empeoró. Durante los siguientes años vivió mayoritariamente de subsidios y donaciones, aunque trabajó como conferenciante, articulista, escritor a sueldo ocasional e incluso de secretario gubernamental en la isla de Malta. Dejó a un lado la poesía para centrarse en los ensayos sobre teoría sociopolítica, especulación teológica y crítica literaria: «El manual del Estadista», «Biografía literaria», «Ayuda a la reflexión», «Iglesia y Estado», «Confesiones de un espíritu inquisitivo».
Samuel Taylor Coleridge pasó los últimos años de su vida en casa de un buen amigo suyo, el médico James Gilman, aislado de la vida pública, trabajando su gran obra filosófica, que dejaría inconclusa tras su esperado fallecimiento (1834).