Después de pensar detenidamente qué hacer una vez estabilizado médicamente, es decir, sin necesitar cuidados médicos (unos dos años después del evento), decidí seguir con mi rehabilitación para conseguir la mayor autonomía posible. Con 51 años y conociendo en primera persona lo que era sufrir un ictus, la poca información recibida, el no saber detectar cuándo a una persona le está dando un ictus y la poca concienciación de la sociedad por prevenirlo. Decidí que tenía que hacer lo que pudiera, por ayudar en estos procesos. Empecé colaborando como voluntario en varios proyectos con la Asociación Freno al Ictus, ahora Fundación, aprendiendo de su presidente y fundador, Julio Agredano. Más tarde, desde 2020 hasta 2024, como presidente de Ictus Asociación Madrileña (ICAM). En 2025 se renueva la Junta Directiva, más abierta y comprometida para realizar nuevos proyectos y modernizar esta humilde Asociación, de la que continúo siendo presidente, además de colaborar como voluntario con la Fundación de Juan Ignacio Muñoz Bastide (FJIMB). Vivimos en unos tiempos extremadamente rápidos, sin pararnos a pensar en los demás e intentar ayudar a otras personas que han sufrido un ictus: Cómo comprender y aceptar lo que les está pasando a ellos, a sus familiares y entorno más cercano, explicar qué pasa después de sufrir un ictus, qué hacer y cómo rehabilitarse. Que con mucho trabajo, esfuerzo, dedicación, constancia y disciplina se puede mejorar siguiendo una rehabilitación neurológica siempre dependiendo de la gravedad de cada caso, NO ES IMPOSIBLE. Reinventarse de nuevo será el objetivo principal para ir ganando batallas, una tras otra, sin pretender ganar la guerra tras la primera. Se trata de una recuperación lenta, pero es posible. Este testimonio puede ayudarte a tí y a los tuyos cuando no se quiere seguir.
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