En cuatro palabras, del título se expresa la síntesis de su contenido. El comienzo es la primera «desaparición». En la noche de San Juan, desaparece la famosa basílica de la Sagrada Familia, de Barcelona. No hay el menor resto de lo que antes hubiera, y sí se encuentra un monolito con el busto de Antoni Gaudí, con la calificación de Santo. Coincide este fenómeno con un intento político de independentismo catalán. Esta primera y más importante desaparición causa la intervención de políticos comunitarios y locales, se establecen hipótesis y se investigan las posibles observaciones de la vecindad, los registros de cámaras, etc. Destaca el conocimiento de la venta clandestina de fragmentos y cascotes de las reparaciones de la basílica, y queda en nada. Un concejal, empeñado en descubrir dónde ha ido parar, contrata a una vidente y, siguiendo la Historia Sagrada, va a buscar la Sagrada Familia a Egipto, lo que da lugar a diversas anécdotas y, finalmente, a su expulsión del ayuntamiento. En cada movimiento separatista, se originan nuevas desapariciones, como la del Parque Güell, la estatua de Colón del puerto y la del principal campo de fútbol de Barcelona. Mientras tanto, un profesor, como él dice de «historia científica», enseña en una escuela internacional y, cuando se llega a la historia de Cataluña, la describe avalada detalladamente con documentos, lo cual crea conflictos al principio y sorpresa y admiración finalmente. Casado con una catalana, se ven obligados a marcharse de Barcelona, debido a las actitudes agresivas de algunas personas y a mentiras contra él de cierta prensa y otros medios de comunicación. Hay otros ciudadanos, con amistad hacia el historiador, que tienen reuniones en las que se cuentan historias familiares relacionadas con la Cataluña de otros tiempos y se aportan libritos y documentos publicados en época republicana. Finalmente, tras la sorprendente presencia del «resucitado» Gaudí en la Abadía de Montserrat, se van aclarando episodios e incluso prevé a los sacerdotes de la reaparición de la basílica. Se van recuperando las desapariciones, hay una conexión amorosa entre el President y una Ministra del Gobierno Central, y termina la historia con una ley en la que se permite únicamente la formación de una República de Cataluña, en un territorio no situado en España. Y queda en puntos suspensivos, por la imposibilidad de adquirir una «neonación» sin que se acompañe de una ruina económica.
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