En el año 1500 obtuvieron los franciscanos observantes la bula papal para construir en Trujillo un convento. Previamente habían vivido en un pequeño cenobio anexo a la ermita de Nuestra Señora de la Luz, en el berrocal trujillano. Desde la concesión de la bula papal y hasta la inauguración del templo el 26 de mayo de 1600, intervinieron en las obras de la fábrica eclesial prestigiosos maestros como Pedro de Ibarra, que fuera maestro mayor de la catedral de Coria y de la orden de Alcántara; Pedro de Marquina, Diego González, Gonzalo Carrasco, Francisco Becerra, Francisco Sánchez y Francisco Carrasco.
La iglesia de San Francisco muestra una magnífica fachada principal, ornamentada con los escudos de Carlos V y el concejo de Trujillo. Rematada en la cornisa con estilizados flameros. En su interior se conservan obras de gran interés artístico, destacamos la imagen de la Virgen de la Luz, en madera policromada, obra de finales del siglo XIII; un crucificado de la segunda mitad del siglo XIV, muy relacionada con los Crucifijos vallisoletanos góticos; una talla de la Inmaculada en un retablo de 1720, del taller salmantino de Antonio de Paz, de 1647; y otras obras escultóricas, pictóricas y de platería, así como la escultura orante en piedra de granito de Hernando Pizarro.
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