Somos lava de volcán en plena erupción, devastando todo aquello que florece a nuestro lado, volviéndose roca con el paso del tiempo.
Nos apagamos como vela de cumpleaños por el suspiro de unos labios que están más cerca de volver a encender la llama que de apagar nuestra sed.
Deshojamos la margarita dejando seco nuestro corazón, llenándolo de heridas que solo puede curar la savia nueva de otras manos, esas que llegan pintando de color tus días, esas que siempre sacan la mejor versión de ti.
Somos cambio de estación constante en ciclos alternos y distantes.
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