El verso libre permite al autor expresar sentimientos complejos de manera sencilla. Esa es la pretensión de Luna a luna y otros poemas: contar historias, sensaciones sobre un mundo cambiante lleno de giros en los estados de ánimo, las emociones que se viven según transcurre el tiempo, y se transita por espacios y lugares diversos. La vida como un viaje. Mundos interiores y exteriores están presentes en los pinares del valle del Alberche o del Alto Duero soriano. También en la luz que transmite el Mediterráneo, en donde convive, con las sombras en busca del camino. Y si de un camino hay que hablar, éste es Roncesvalles, inicio y paso de muchos caminantes hacia el finisterre occidental, el océano ignoto. Y allí dando media vuelta al globo terráqueo, el autor se encuentra con la hermosa San Francisco, la ciudad más mediterránea del continente norteamericano. Luces y sombras. La vida misma. Lugares diferentes y casi siempre hermosos. Andar, pasear, buscar el sendero para anclarse en los sueños de la vida.
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