«El ojo es el espejo del alma», dice un refrán. La mirada muestra mucho de nosotros y es estudiada por la psicología y la medicina al abordar distintos problemas.
En este poemario se presentan distintos tipos de mirada que habremos visto: la de la madre, la de la persona despistada, la de la persona adicta al móvil, la del maestro —en el sentido pleno de la palabra— frente a la del inquisidor, la de un enfermo, etc.
Pero la mirada es también una acción, no un hecho pasivo. Esto se describe en El óculo, donde la mirada se compara con un beso, y en Una mirada distante, donde se usa como un muro ante alguien.
Al creer en lo que alguien nos dice, le miramos sin pedirle pruebas, como muestra Mirada de fe. Es diferente a Una mirada ciega, donde se presenta cómo debería ser la visión religiosa. Podemos mirar algo desolado, como se describe en Mirar algo desolado.
Algunos poemas tocan el campo de la ceguera, como Poniendo los puntos sobre las íes: el braille y Jacques Lusseyran. Otros abordan la mirada de otros seres vivos, como La mirada del pájaro y De una planta.
Y junto al mirar está el llorar: Lágrimas, de alegría, tristeza, dolor, risa. Como la mirada, merecen un respeto.
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